El humo del sahumerio tenía un olor dulce… “Apache Puinave” Capitán encargado de la comunidad del Remanso, como le enseñaron sus abuelos, pidió permiso a los espíritus de la selva para abrir los caminos… Al día siguiente cumplió el sueño que persiguió durante 35 años: estar en la cumbre central del Cerro Pajarito: “Llegar a la cumbre me permitió reconectarme con mis ancestros quienes hace miles de años han escalado estos cerros en busca de plantas poderosas medicinales y para refugiarse”.
Escalar en lugares como Mavicure es una oportunidad para retarnos en entornos naturales y culturales únicos. La comunidad practica de manera autóctona la escalada hace muchas generaciones y ahora están muy felices y motivados de seguir aprendiendo a usar los equipos y desarrollar más zonas y rutas. Muy bienvenidos todos a disfrutar de este lugar y seguir construyendo con la comunidad!
Luego de 7 años sin que la comunidad escaladora en Colombia pudiese contar con una institución que la agremiara, en marzo de 2024, un numeroso equipo de profesionales voluntarios, amantes de este bello deporte, y tras meses de un trabajo mancomunado, consiguió el reconocimiento deportivo de la Federación Colombiana de Escalada Deportiva (FCED) y así poder pertenecer al sistema nacional del deporte. Esta noticia nos complace y nos anima a compartir con la comunidad escaladora parte del recorrido que hemos realizado para anunciar que “tenemos Federación”. A continuación, algo del camino que venimos recorriendo.
Yo soy una escaladora muy motivada y la mayoría del tiempo entreno por el solo gusto de entrenar, sin proyecto o motivación alguna más que el solo hecho de intentar mejorar cada día un poco más. Sin embargo, en el 2018, cuando me encontraba viviendo en Ecuador, decidí ponerme un “gran” proyecto de escalada: hacer un viaje de escalada al Salto- México a principios del 2019 con el objetivo de escalar mi primer 5.13c y convertirme en la primera colombiana y tercera venezolana en alcanzar ese grado.
A los pies del gran Volcán Puracé se levanta un imponente farallón rocoso al costado oriental de la Quebrada Vinagre, muy cerca al cañón del Río San Francisco. A primera vista sorprende la inmensa Cascada Puracé, o también conocida localmente como Cascada de las Monjas; pero a los ojos de escalador esa imponencia se traslada a las grandes paredes rocosas que a lado y lado forman un gigantesco anfiteatro natural.
El objetivo de viajar a Brasil fue aprender y conocer sobre su particular escalada mediante las rutas más clásicas en los Morros y Cerros emblemáticos de ese país. En la mayoría de los casos, dichas rutas son de dificultades bajas y escaladas bastante cómodas, pero mi gusto por las clásicas radica en aprender y entender la filosofía de apertura de los pioneros en las grandes paredes a través de la lectura de la ruta elegida, el tipo de protección empleado y los desafíos que debieron afrontar en la época de entonces.
Extrañamos nuestras paredes, ya casi tres años sin la Sierra... obligados a buscar otros territorios y motivados por la aventura de lo incierto nos reunimos con Lucho "Salsa" Ossa, Alex Torres, Rafa Avila, Jhoany Poveda "Rolo" y Victor Ortega el 20 de julio en Huaraz, dispuestos a iniciar una expedición de diez días donde escalaríamos una pared de seiscientos metros de altura en el corazón de los Andes Peruanos.
Arañas del tamaño de un guante de baseball se escabullen a través del muro de barro del oscuro refugio. Sus movimientos casi se pueden escuchar. La luna llena se eleva sobre el horizonte inclinado de la Orinoquía colombiana, con su luz desbordándose como una gran inundación. Cerro Pajarito, un domo de granito casi del tamaño de El Capitán, se yergue sobre el refugio como vacío oscuro en el cielo nocturno.
En la mitología griega hay ocasiones en las que los dioses interactuaban con mortales. En determinados momentos podían compartir el mismo espacio y hasta incluso podían “tener un cuento”. La historia que voy a contar es algo parecido, es la historia de cómo un vil y flojo mortal terminó un día encordado con un ser mitológico de la escalada.
Durante el pasado mes de julio viví una de las experiencias más emocionantes de la vida: escalar La Esfinge, una gran pared en Perú. Siete meses atrás había sufrido una lesión en la mano derecha que me alejó durante algunos meses de la escalada. Los períodos de lesión son duros emocionalmente, pero rápidamente encontré el proyecto que me mantendría motivada y gracias al cual saldría adelante; La Esfinge, en la Cordillera Blanca por la vía del 85 (6b+, 18 largos).
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