Durante el pasado mes de julio viví una de las experiencias más emocionantes de la vida: escalar La Esfinge, una gran pared en Perú. Siete meses atrás había sufrido una lesión en la mano derecha que me alejó durante algunos meses de la escalada. Los períodos de lesión son duros emocionalmente, pero rápidamente encontré el proyecto que me mantendría motivada y gracias al cual saldría adelante; La Esfinge, en la Cordillera Blanca por la vía del 85 (6b+, 18 largos).
La cordada no estaba asegurada al llegar a Huaraz, sabía que encontraría el compañero o la compañera indicados, sin embargo, no tenía nada fijo. Y es aquí donde aparece Branca Franco, escaladora brasilera que había escalado la ruta del 85 hace algunos años y la había intentado nuevamente el año anterior. Su gran anhelo, escalarla en compañía de una mujer. Ahí estaba yo, preparada y motivada. Acordamos que lo mejor sería escalar unos días antes para ver cómo nos entendíamos, cómo nos iba en el multi-largo y finalmente para decidir si haríamos cordada. Cuatro largos en Antacocha (4000 msnm, 180 m, 6a) y una charla en la cumbre sobre las expectativas y la estrategia que cada una tenía en mente bastaron para tomar la decisión final, entre el 19 y el 23 de julio escalaríamos la Esfinge.
La Esfinge. Gran pared en Perú.
El 19 de julio partimos a Caraz, un lindo pueblo en el Callejón de Huaylas, de allí tomamos un taxi a la laguna Parón donde un porteador nos ayudó con una carga hasta la cueva, que está muy cerca del pie de vía de la pared. A las 6 pm del día 1 estábamos en la cueva preparando la cena y descansando.
Decidimos descansar el día 2, 20 de julio, portear toda el agua posible y reconocer el descenso. Hicimos hitos de roca en el camino y pusimos cinta reflectiva en la cueva para identificarla rápidamente al bajar de la pared (gran idea de Branquinha). Esta caminata terminó de asegurar nuestra aclimatación y a las 7 pm estábamos descansando dentro de la cueva.
Branca y Caro disfrutando de la escalada a la vía del 85 en La Esfinge
Día 3, 21 de julio, 5.00 salimos de la cueva, 5.15 comenzamos a escalar, 6.30 comienza el sol a calentarnos, apagamos las linternas, guardamos una chaqueta y continuamos sin parar. Habíamos seleccionado los largos más difíciles técnicamente de acuerdo a las potencialidades de cada una y escalaríamos uno a uno toda la pared hasta que nos sintiéramos seguras para escalar en simultáneo. Lo último nunca pasó y escalamos toda la pared uno a uno. 11.20 am en la repisa de las flores y 6.15 pm en la cumbre. Uno de los momentos más hermosos y emotivos de mi vida como escaladora. Un gran proyecto hecho realidad en medio de un atardecer mágico en la Cordillera Negra, rodeada de majestuosas montañas… en la cumbre de La Esfinge, en el día!!!
Carolina Tobón durante un ascenso al Huamashraju
Motivarse con un proyecto y llevarlo a cabo es definitivamente la sensación más gratificante que se pueda experimentar, se abren infinitas opciones en el camino, de repente, todo se hace posible. Con dedicación, disciplina y constancia se logra el entrenamiento físico y mental y con amor, respeto y humildad frente a la montaña se logra la satisfacción final. Una escalada excelente, un descenso sin inconvenientes y una emoción y pasión profunda por las montañas y las grandes paredes. Muy feliz y agradecida con la vida. ¡Que vengan muchos proyectos más!
Branca y Caro celebrando en la cima de La Esfinge
Este articulo hace parte de la colección especial que recopila y celebra los más de 10 años de la Revista La Piola. Fue publicado originalmente el 23 de Octubre de 2017 en la Revista La Piola edición impresa #29.
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