Quieres repetir la vía? Deberás estar dispuesto a ser devorado por una estrecha chimenea, a ser la presa fácil que se introduce en las fauces del monstruo volcánico que captura el torax y lo oprime con fuerza entre dos lápidas mortuorias; a sentir cómo los bordes de la ancha grieta se clavan en la carne de los muslos y los antebrazos como afilados colmillos de fieras voraces; y resultar con las manos, que luchan por salir de semejante pesadilla, sangrando por causa de las rozaduras que la abrasiva piedra infringe en sus dedos.
Nevado del Tolima, Espolón de Cerro Negro -5080 msnm- “Sarcophagus” (90m 5.9 A1)
Todo parece llegar a su fin, pero el escalador recurre a su astucia y con algo de artificial se sobrepone a las dificultades para emerger en lo más alto de la angosta chimenea como el sobreviviente de aventuras verticales que siempre es.
Momentos antes de ingresar a la angosta chimenea que le da el nombre a la ruta.
Les suena terrorífico?
Pues el tramo de horror es de tan solo 5 metros, los demás 85 metros son del mayor deleite que se pueda encontrar en el Volcán Nevado del Tolima. A diferencia de la creencia popular, el espolón de Cerro Negro posee franca y dura roca andesítica con características óptimas para la escalada: fisuras continuas, buena protección, buenos empotres, sin estratos arenosos o descompuestos aunque como es habitual en la alta montaña, uno que otro bloque suelto que habrá que sortear. Así es el primer largo, de dificultad moderada, se disfruta en cada palmo de roca haciendo empotres y movimientos gimnásticos uniendo sistemas de fisuras que cada vez sorprenden más por su singular elegancia.
Paisaje de arena y nubes desde lo alto de la pared del Cerro Negro.
Y el tercer y último largo, de cuarto grado y fácil trepada por la arista sur del espolón, recompensa al escalador que huyó despavorido de la estrecha chimenea con inolvidables paisajes por encima de las nubes, al sur casi se adivina la curvatura de la Tierra sobre el inmenso valle del Río Grande de la Magdalena, y al norte una panorámica poco vista del glaciar Dulima y el cráter del Oído. En la cumbre el sol reconforta los cuerpos lacerados mientras los sueños cumplidos satisfacen las engalanadas almas de estos seres trepariscos que auscultan los más truculentos secretos del interior de las Montañas… ¡literlamente!
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Este articulo hace parte de la colección especial que recopila y celebra los más de 10 años de la Revista La Piola. Fue publicado originalmente el 27 de Mayo de 2016 en la Revista La Piola edición impresa #27.
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