Una ruta poscolonial, una oda a la memoria, un instante para ser libre, una reflexión con el ecosistema, además, un camino para todos, por estos senderos se abrieron paso las comunidades indígenas, tanto Guanes, como Yariguies, Oppon, Careré, raza de guerreros y fuertes combatientes que además mantuvieron constantes relaciones de poder con los Muiscas a tal punto que estos caminos forman parte de la memoria histórica del departamento de Santander y de las crónicas del pueblo colombiano.
Esta es una historia de “progreso” marcada en el siglo XIX, y como todo en aquella época desde 1860 de sangre, de desgarro, así como lo relata Eduardo Galeano en su obra, Las Venas Abiertas de América Latina. Es triste que elementos tan preciados de la historia como eran nuestros antepasados, nuestras comunidades indígenas y su legado, así como su cosmogonía tuviera que ceder terreno a la colonización y a la explotación de recursos a través de nuevas prácticas económicas que crearon la tendencia del siglo XIX y XX.
Geo Von Lengerke fue un ingeniero Alemán que no se halló en su país, con aires de crecimiento y popularidad, y ampliando su horizonte partió a tierras prometidas. En esas épocas resonaban en los diarios las hazañas de los Europeos por tierras americanas, y eso motivó a Lengerke a tomar rumbo a Colombia. Con ambición de comerciante y con aras de aplicar sus técnicas en un terreno poco explorado, fue así como poco a poco se abrió paso en tierra santandereana, comprando parcelas de tierra, sacando cultivos de café, sombreros y tabaco, diseñó la primera ruta comercial al magdalena medio, una ruta corta que permitiera a Santander ser epicentro del comercio interno y de exportación, conectando el interior del departamento hasta el valle del Magdalena en Barrancabermeja y desde este punto continuar navegando hasta la costa caribe, pasando por el importante puerto de Mompox que para entonces pleno siglo XIX dominaba el comercio nacional en las mercancías más apetecidas, generándole así importantes riquezas, y para el pueblo un legado que perdura hasta nuestros días.
Aquí existe herencia, patrimonio y sobre todo arraigo cultural que a pesar de los siglos, aún podemos reconocer en cada piedra, en cada adoquín que rodeado de musgo fresco, marca el paso de las décadas intacto, floreciendo a su alrededor como un legado, decorando de la más hermosa fauna nativa un camino que muchos daban por extinto, o que incluso al pasar por sus diversos terrenos aquellos finqueros lo intervinieran, borrando tan valiosas huellas, huellas de piedra finamente tallada por los pies descalzos, alpargatas e infinidad de botas de aquellos caminantes que aportaron paso a paso a que esto no desapareciera, aun así no es extraño que en los aproximadamente 90 kilómetros de sendero tengas que abrir y cerrar más de 100 cercas, porque la tierra no es tuya, no te pertenece, es propiedad privada que de forma irreverente decides atravesar y buscando entre pastizales la huella de Lengerke, pero ahí está el sendero existe y está listo para que lo recorras.
Por los senderos de Geo Von Lengerke
Este sendero es especial porque se puede realizar en los dos sentidos, para gusto personal. Empecé en tierra Yariguie, en el municipio de San Vicente de Chucuri, atravesando la actual reserva natural de Proaves y el Parque Nacional Natural Serranía de los Yariguies, honor a esta tribu indígena, sitios que también recomiendo visitar, porque alberga infinidad de especies de aves, todo un atractivo visual y auditivo, es en este punto donde el verde masivo te da la bienvenida y a sus 1300 metros sobre el nivel del mar empiezas a respirar tranquilidad; es hora de entrar, cruzar esa primera cerca, dar los primeros pasos sobre esas piedras resbalosas y húmedas, pero claro si son las 6.30 am, el sol aún no se asoma por estos lares, un par de pasos agitados más adelante y de nuevo un par de cercas, abres, cierras, y ese será tu devenir día a día. ¡Pero, momento! He olvidado algo supremamente importante y es pedirle a la montaña, que me deje pasar, que me deje transitar por su regazo, es un ritual en silencio donde un par de sinceros minutos te darán la señal indicada….“puedes continuar” no lo escuchas textualmente pero es algo que se siente, que al respirar entiendes la bienvenida, eso sí, debes darle algo a la montaña, tu energía, tus historias, tu aire, tu fatiga, tu calma, tu templanza, debes darle tus sentidos, afinarlos como una guitarra porque ella te tiene preparada más de una sorpresa, así que, en el camino debes estar atento y no olvides disfrutar.
Es algo que al estar solo aprendes a manejar muy bien, cuantas veces tuve que escuchar a mi subconsciente arañándome la mente con cosas raras, dibujando en la lejanía elementos que solo eran parte de mi imaginación, cuantas veces confundí el viento entre los árboles con el llamado de una persona, pero ¿qué persona? Si estaba lejos por kilómetros, pude contar con la palma de mi mano las personas con las cuales cruce palabras, ¡solo espero que no hayan sido fantasía.
Atravesar esta pequeña estribación del Parque Nacional me tomó unos 14km hasta su punto más alto, y lo reconoces fácilmente porque es un bosque de pino, además la vista es asombrosa, puedes divisar como cambia el terreno de un verde exagerado a unos tonos más opacos y a la tierra roja que caracteriza el territorio de Santander, se divisa a lo lejos pero muy a lo lejos el par de montañas por atravesar, la cuchilla del Ramo, se distingue claramente porque en su punto más alto esta una cruz de madera; debes retornar por el mismo camino hasta encontrar un pequeño desvió que te bota literal 500mts para abajo, se siente el subir de la temperatura de forma abrupta y no, ni un solo árbol que te brinde la sombra que necesitas, y ahora un alto más antes de llegar al primer destino del día.
Como primera conexión esta la llegada al pueblo de Zapatoca, celebré ese instante como si hubiera ganado una maratón, grité de emoción, y salté de felicidad. Qué alivio da tras un intenso día de 31km y 2000 de desnivel positivo, pasando por dos pisos térmicos, dos ríos, y finalmente tomar un buen descanso; lo que todo montañista merece, comida y una cerveza para celebrar el objetivo propuesto.
Por los senderos de Geo Von Lengerke
Día 2
Para continuar, me adentre en territorio Guane. Zapatoca está ubicada a 1820 mtsnm y será el punto más alto del día, porque el camino se pone de para abajo todo, todo, hasta llegar al río Suárez, aproximadamente 12 kms y es muy curioso porque desde este municipio es mucho más claro identificar el camino gracias a la intervención de la comunidad y esfuerzos por mantenerlo, algunas señales están algo borrosas te indican que vas por la senda correcta, una docenas de cercas más por abrir y cerrar, muchos terrenos privados que debes decidir si cruzar o no, sino lo haces, debes buscar el punto carreteable que te comunique con la parte baja, pero no llegaras más allá de un corregimiento llamado la Fuente, e incluso si te desvías te alejaras por completo del camino, así que sé fiel al camino, a la ruta, a la piedra sobrepuesta que te da la señal de “es por aquí” tampoco te arrepentirás pues en el descenso se atraviesan pasajes sobrenaturales, se combina la piedra con los árboles formando un lienzo digno de una pintura costumbrista al estilo Rodríguez Galán.
Después de 27 kms y algo más de 1000 de desnivel positivo, pasando por el puente Ruedas, y donde se halla los vestigios del anterior puente construido por Lengerke, en el año de 1882 y que se mantuvo intacto hasta 1962 cuando se derrumbó súbitamente. Fue en el 2016 que se inauguró una nueva estructura, que decora con los vestigios de la anterior y este nuevo paso conecta los dos municipios de forma peatonal Zapatoca y Guane; ahora entiendo cómo unas dos generaciones olvidaron hablar de este camino por completo, pues con la falta del puente, ya no había camino completo por recorrer, faltó poco para que se nos perdiera en la memoria este importante fragmento de vida, gracias a todos aquellos que con sus esfuerzos le devolvieron al sendero lo que tanto necesitaba, “caminantes” el pueblo hace honor a sus indios nativos, Guane que además está dotada de tierra fósil, el municipio paleontológico de Colombia, donde a simple vista se hallan petrificadas especies marinas de la era cenozoica, es un viaje en el tiempo, una travesía cultural, que como segunda etapa concluye en el municipio de Barichara; este tramo transcurre por 15 kms y a mi parecer es la conexión más popular turísticamente hablando.
Por los senderos de Geo Von Lengerke
Los dos pueblos tienen una movida de turismo gigante, y curiosamente casi nadie lo sabe, nadie, que este sendero hace parte del camino real de la senda de Lengerke, sólo lo distinguen como camino real del Guane, y sí, tiene razón pero que bonito es raspar más allá de la superficie. En lo personal me queda una bella sensación que por fin después de dos días vi gente, turistas, así sea en el tramo corto Guane - Barichara, pero al menos no estaba hablando solo como todo el camino.
Desde este punto el día 3 se abre paso el Cañón de Chicamocha, atravesando los municipios de Barichara, Villanueva, Jordán, y los Santos, todo por camino real, o de herradura sumando 29 kms y 1600mts de desnivel positivo, temperaturas de 39 grados y terrenos de gran dificultad pues desde las 7:00 am que decidí dar inicio a mi travesía me encontraba lleno de ansiedad y temor, no lo puedo negar, dormí tan poco la noche anterior, mi corazón latía tan fuerte como si quisiera darme alguna señal, pero ¿cómo interpretarla? Para mí no había vuelta atrás, era el momento, me preparé para ello, decidí recorrer kilómetros buscando este gran objetivo, pasé noches planeando, días imaginando, y madrugadas anhelando dar inicio, así que, con sueño, con fatiga, decido empezar, ¿qué puede salir mal?
Por los senderos de Geo Von Lengerke
Atravesar el cañón de oriente a occidente dividido por el rio Sogamoso; un espectáculo geológico. Literal pude comprobar y es cierto, tiene un kilómetro de profundidad en este sector; sus paredes se extienden vertiginosas en todas las direcciones, marcan en sus piedras eras geológicas que me transportaron al periodo cámbrico, me sentí un completo nómada fuera de su época, buscando la ruta del agua, el calor, pero sobre todo de la aventura y la pasión de estar vivo; así pues los kilómetros, el desnivel y la temperatura se fueron sumando, cuando logro llegar al pequeño pueblo de Jordán, rosaban las 12 del mediodía, pero seguro que el calor podía ser peor más tarde, así que, hidratar, recargar y continuar. Ah, no sin antes una refrescada en el río.
El sendero desde Jordán a los Santos es quizás la obra de renovación más reciente de todo el camino, sus piedras están finamente colocadas una tras otra, en un paso de altitud de 18cm por escalón a doble zancada, lo que hace que muchas veces tengas que repetir el mismo pie al subir, se extiende por 6 kms y aumenta 900 metros verticales. Pasando de los agobiantes 450_mtsnm a unos cómodos 1350_mtsnm restando fácilmente 10° a la sensación térmica, fue una gloria, fue fantástico, fueron todas las sensaciones unidas en ese instante, fue mirar hacia atrás y entender la dimensión de lo recorrido, así mismo, fue inevitable no llorar, pero que importa si estando lavado de sudor, eso ni se nota. Agradecí, con humildad me incliné ante la montaña con una rodilla apoyada al suelo y la otra erguida como cual caballero a punto de ser decorado recibí mi mención, con la cabeza en alto dije gracias por la aventura y gracias a la vida por permitirme tanto.
Así, y por aproximadamente 90 kms esta travesía concluye, con muchas experiencias en un andar solitario, y la satisfacción de pasar del papel y las ideas a la realidad. 
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