Si, aceptémoslo. Esta montaña es una de las joyas de alta montaña de Colombia. Muchos hemos sido hechizados por la visión de su cono perfecto, que majestuoso se asoma en las madrugadas sobre el horizonte de las ciudades del centro del país, invitando a soñar y a escapar a sus fríos territorios.
Y no hemos sido menos quienes aceptando su invitación, abandonamos la comodidad citadina para encontrarnos solo horas después avanzando entre la opresiva maraña sus bosques andinos, que agarrados con obstinación a las fuertes pendientes, ocultan caminos que cobran un alto precio en esfuerzo y voluntad.
Imponente, irresistible, amable y hostil, el Nevado del Tolima guarda en sus altas cotas algunas de las rutas más retadoras de los andes colombianos.
Normal sur
Pocas rutas conservan ese aire de trocha de exploración, como la Normal Sur. El camino, que inicia en la Finca El Silencio (a dos horas de Ibagué) ofrece una dura bienvenida: un difícil desnivel mínimo de 1.000 m hasta el campamento “La Cueva”, o de 1.400 m hasta el “Campo 4.000”.
Desde este último la cima puede ser alcanzada en unas 7 horas de ascenso por páramo, morrenas y un corto tramo de glaciar, que inicia en “El Oído”, una zona de fumarolas fétidas y calientes que escapan a presión del suelo y que hacen antesala al cráter, unos 200 metros más arriba, cerca de la anhelada cima.
La Normal Sur, una ruta no apta para novatos, ha sido paradójicamente la dura introducción al deporte para muchos montañeros colombianos, un sendero que exige aclimatación rápida, resistencia y sobre todo voluntad.
Ruta Normal por la cara occidental desde el Helipuerto.
Glaciar Shimmer o Normal Occidental
Esta es la opción para montañeros intermedios para ascender a la cima suavizando un poco la rudeza y rusticidad de las demás rutas. Un sendero amplio y de pendiente moderada, parte desde valle de Cocora (Quindío) y lleva en unas 10 horas hasta la finca La Primavera, en el límite del páramo y con una espléndida vista de la ruta.
Desde la Primavera, donde se ofrecen servicios turísticos, es posible alcanzar a la cima en una muy larga jornada, siendo mejor hacer incluir un día de aclimatación en el campamento “El Helipuerto”, a solo un par de horas del glaciar.
El Shimmer, a diferencia de los demás glaciares del nevado presenta una pendiente suave, propensa a la formación de placas de viento, (lo que ha dado un susto de muerte a varias desprevenidas cordadas) y que tras bordear el espolón rocoso del “Gusano”, lleva directamente a la cima, evitando el tránsito por el borde del cráter volcánico.
Cara oriental y ruta del Espolón del Placer.
Espolón del Placer
Ubicado en el flanco oriental del Nevado, es una de las vías más evidentes y directas a la cima. Su combinación de roca, nieve e hielo lo hacen una atractiva opción para quienes se inician en los ascensos mixtos, especialmente en los meses de invierno.
De dificultad inicial Algo Difícil (AD), está al alcance de escaladores intermedios hasta el punto conocido como el “primer hombro” al que vale la pena subir por la soberbia vista que ofrece del Parque Nevados. A partir de allí, la ruta se pasa a Difícil (D) debido a que sigue una inestable y larga arista de bloques sueltos en el que los errores pueden ser fatales. El aseguramiento en roca es clave en este tramo, que conecta con la salida ruta del glaciar Kraus y lleva sin más dificultad a la cima en 8 horas.
La mejor aproximación es el camino de las Perlas desde el caserío de Juntas en el cañón del Combeima, aunque también puede usarse la ruta normal sur, como opción más directa. Y el campo base es inmejorable: las Termales de Humberto Cañón.
Parte alta del glaciar Kraus.
Glaciar Kraus
“La Kraus” como solía llamarla inolvidable Humberto Cañón, el reconocido guardián de la montaña que vivía en el páramo cercano, es una de las opciones reservadas para escaladores con experiencia en pendientes fuertes y aseguramiento.
El glaciar desciende como cascada entre los espolones El Placer y Mesetas en el flanco oriental del nevado. De acuerdo al estado del hielo, el punto de acceso debe ser elegido en terreno. Adicionalmente, una enorme cornisa que cuelga de la cima y que ocasionalmente se desprende barriendo casi toda la ruta es un riesgo objetivo constante, considerando que este flanco está más expuesto a la radiación solar.
Este atractivo reto se encuentra a dos o tres días desde Ibagué, por la ruta normal sur o por el camino de Las Perlas o desde el Valle de Cocora incluyendo la bonita travesía por el valle del placer.
Glaciar Pijao
Este es otra de las opciones reservadas a montañeros con solidez técnica y buena capacidad de navegación. Con orientación Norte y poco escalado, el Pijao se presenta como una torturada masa de hielo en el que el caos de grietas y los seracs es el rasgo más llamativo.
Como lo evidencia la ruta más reciente de 2015, “Laberintos” (D 45/65) el reto del Pijao consiste en elegir la ruta a cada paso, haciendo numerosos zigzags entre profundas grietas y grandes bloques de hielo, con pobre visual general del área en que se avanza. Croquis y mapas no ayudan mucho a la cordada que se aventura a escalar este caótico glaciar.
La aproximación sigue la misma ruta del glaciar Shimmer desde el valle de Cocora, con una travesía final algo aérea y no señalizada hasta la base del Pijao. Es adicionar al material básico algunos tornillos, estacas, cintas y obviamente: mucha voluntad y pasión.
Ruta por el Espolón del Gusano.
Espolón del Gusano
Este espolón, ubicado en el occidente del nevado entre los glaciares Shimmer y Pijao ofrece una de las rutas más “amables” para quienes quieren vivir la experiencia del Tolima sin sentirse continuamente “al filo”. Es una ruta no apta para novatos, pero con experiencia y conocimientos intermedios en roca y glaciar es posible ascenderla con un adecuado margen de seguridad.
Quizás uno de los rasgos más llamativos del Gusano es que puede ser escalado como una ruta en sí, excluyendo la cima del nevado. Superado el tramo vertical inicial, de nivel mínimo 5.9, la ruta continúa como una sucesión de escalones rocosos fáciles, a veces con pequeños neveros hasta su cima, donde la vista de la cara noroccidental de la montaña es inmejorable y donde se instalan los anclajes de rappel para el descenso.
De aquí, se puede seguir a la cima siguiendo la ruta normal occidental si se desea. El tiempo es de 6-8 horas, y se requiere un pequeña selección de fisureros y cintas para el primer tramo y el rappel.
Esta es solo una muestra de lo que el nevado del Tolima atesora en sus dominios. Espléndidas vías clásicas abiertas por pioneros en los glaciares Combeima, Totare y Ambala y líneas modernas en los espolones de Cerro Negro y Mesetas han quedado fuera de esta limitada selección.
Así mismo, el potencial de nuevas rutas es muy alto. El Tolima se aleja un poco de las demás cimas del parque para coquetear con nuestras ansias de arañar sus paredes de roca e hielo, cada mañana, a veces cada tarde, como un faro sobre el horizonte de las ciudades en las que vivimos atrapados y a veces adormecidos.
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Este articulo hace parte de la colección especial que recopila y celebra los más de 10 años de la Revista La Piola. Fue publicado originalmente el 18 de Enero de 2017 en la Revista La Piola edición impresa #26.
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